¿Quién engañó a Andrés Truido?
Título: Toonstruck (1996)
Desarrolladora: Burst
Distribuidora: Virgin Interactive Entertainment
Lanzamiento: 1996
Especificaciones (mínimo recomendado): 486/66 o compatible, MSDOS 5.0 o Windows 95, 30Mb de espacio en disco, 8Mb de RAM, tarjeta gráfica SVGA, CD-Rom 2x, tarjeta de sonido.
# Publicado el por Tomás Maidagan
La premisa inicial se sostiene durante todo el CD (CD que, cuidado, tiene más longitud que muchas otras aventuras íntegras) y se explota hasta el mayor de los límites exclusivamente con maestría en los puzles, situaciones y diálogos cuyo humor contrasta con el mundo «infantil» del juego, pero sin caer en el quiero y no puedo de lo transgresor cutre.
El segundo disco se acerca más al enfoque «minimalista» habitual, pero conserva en todo momento la brillantez esperable tras la primera parte, a la altura de los mejores clásicos del género. Hay menos escenarios disponibles, y los puzles mantienen una relación más estrecha, pero estas diferencias no hacen que la segunda parte de la aventura desentone o sea menos satisfactoria. De hecho, el resultado global sigue siendo exactamente el mismo: un juego desafiante en su justísima medida, que hace pensar pero no cae en ningún momento en el disparate o en la demencia (cosa que han hecho muchos otros en situaciones bastante menos propicias).
Es una enorme pena que lo único mínimamente achacable se deba a motivos más bien externos. Las bajas ventas del juego (de ahí la injusticia de la que hablábamos al principio) llevaron a la cancelación de la secuela, que de por sí no tendría por qué empañar en demasía al primero, ahora ya único, si no fuera porque el juego queda incompleto, dado que la secuela no iba a ser más que la segunda mitad de lo que originalmente era un Toonstruck el doble de largo. O lo que es lo mismo: Toonstruck es realmente la mitad de un todo que nunca llegó.
No significa esto, por fortuna, que el juego quede descaradamente incompleto. La historia presentada concluye razonablemente, pero los cimientos de una nueva trama son evidentes y, lástima, en el aire quedaron. Sí se nota, no obstante, una cierta brusquedad en el cierre desde un punto de vista jugable, una falta de clímax o algo que se acerque mínimamente a ello, sin duda porque en el momento de efectuar el corte divisorio no se pensó ni por un momento que el Toonstruck que hoy en día todo el mundo conoce tendría que sostenerse por sí solo, y que así concluirían definitivamente las andanzas de Andrés Truido. O tal vez es que hubo prisas para acabarlo y ponerlo a la venta. Por supuesto, no deja de ser un pequeño detalle que, si ya de por sí no tiene demasiada importancia, en el contexto de enorme calidad que genera el juego más insignificante resulta si cabe. Sigue siendo una aventura que se desarrolla como un verdadero reloj, y aún así esta precisión nunca se antoja deliberada o artificiosa.
Por lo demás, Toonstruck no sólo cumple en el diseño y los diálogos. En el apartado gráfico, cuenta con la novedosa característica de mezclar un protagonista de carne y hueso, Andrés Truido (interpretado por Christopher Lloyd, el mítico Doc de Regreso al futuro), con bonitos fondos y personajes de dibujos, siguiendo la estela de ¿Quién engañó a Roger Rabbit?. Merece especialmente la pena destacar los vídeos, las mal llamadas cinemáticas, por ser unos magníficos y divertidos homenajes a todo el mundillo de los dibujos animados (es una pena que a la introducción y al epílogo no haya forma de quitarles el feo entrelazado que poseen). Toonstruck refleja en ellos todas las convenciones pertinentes y se nutre de todos los gags característicos para darles una pequeña vuelta de tuerca que los haga inconfundiblemente suyos. Una gozada.
En lo que respecta al sonido, y al contrario de lo que cree todo el mundo, Toonstruck no cuenta con una banda sonora íntegramente original. La inmensa mayoría de los temas, con alguna excepción puntual, no fueron compuestos para el juego, sino que fueron seleccionados y pertinentemente arreglados por Keith Arem. La recopilación está formada por algunas piezas de música clásica muy identificables y por temas de los años cincuenta, usados también en series como Ren y Stimpy (algo que podría interpretarse como otro pequeño homenaje al mundo cartoon, aunque un poco menos evidente), a los que hay que sumar las pocas composiciones completamente originales. Lo cierto es, no obstante, que novedosa o reciclada la música encaja como un guante en todos y cada uno de los escenarios; se trata de uno de esos inspirados casos en los que la obra en cuestión se apropia de la banda sonora no original y el resultado es tan óptimo como el que se podría obtener con la mejor de las bandas sonoras originales.
Y por último, el reparto de actores no se queda atrás, más bien al contrario. Al ya mencionado Christopher Lloyd, dando cuerpo y voz al protagonista, hay que sumarle gente como Dan Castellaneta (Homer Simpson) en el papel de Flux, Tim Curry (conocido por los aficionados a la aventura como la voz de Gabriel Knight en el primer y tercer capítulo de su saga) otorgando vida al cruel conde de Malevolandia, o al siempre camaleónico Jeff Bennett interpretando a varios personajes distintos, entre otros excelentes actores.
Afortunadamente, y al contrario de lo que suele ocurrir en estos casos, el doblaje español es equiparablemente lujoso. Dirigido por Eduardo Gutiérrez (responsable, por ejemplo, del doblaje de Padre de familia o de las dos últimas entregas de La jungla de cristal), cuenta con multitud de reconocidos y reconocibles actores de doblaje de la capital, como Salvador Aldeguer (Carl Winslow en Cosas de casa), Pedro Sempson (el Sr. Burns de Los Simpson), José Luis Gil (Buzz Lightyear, y actualmente más conocido como Juan Cuesta, de Aquí no hay quien viva), Isacha Mengíbar (Lisa Simpson), Carlos Kaniowsky (Mickey Rourke, Marv, en Sin City) y muchos más. Las voces son, en general, adecuadamente similares a las originales (es quizás la de Flux la que pierde más mala baba), pese a que en algunos casos se note una sutil incomodidad interpretativa, como si el que se trate del doblaje de un videojuego (seguramente sin imagen ni demasiadas referencias) se hiciera notar un poco más de lo debido, con entonaciones a veces demasiado estandarizadas, como si quisieran asegurarse de que la interpretación tanto valdría decentemente para un roto que para un descosido, esto es, para un contexto u otro. Carencia que, por el contrario, no aparece en los vídeos, donde la no enorme pero sí perceptiple mejora interpretativa pone de manifiesto que se trata de los únicos momentos en los que los actores podían ver lo que pasa en el juego; no en vano son los únicos momentos en los que hay que prestar atención a la sincronización labial.
No impiden estas imperfecciones, claro, que el doblaje sea posiblemente el mejor que jamás ha tenido una aventura gráfica, y uno de los mejores que ha habido en el mundo de los videojuegos en general. Está por debajo del original (ojo, como prácticamente todos los doblajes, por buenos que sean), pero no desmerece en absoluto. Además, va acompañado de una trabajadísima traducción (algo también muy extraño), en la que se han adaptado chistes y nombres sin remilgo alguno, e incluso se ha cambiado por completo el plano del malificador, usado como referencia para identificar —en cierta medida— los objetos que necesitamos encontrar, de forma que los juegos de palabras y las equivalencias no resulten incomprensibles. Esto denota una dedicación sin precedentes, casi inexplicable si uno presta atención al panorama, y un conocimiento del material con el que se trabaja prácticamente impropio de cualquier otro doblaje similar, o no tan similar.
Conclusión
Es difícil encontrar algo mínimamente criticable en Toonstruck. Se trata de una aventura tan redonda que ni siquiera el hecho de que en realidad sea medio juego le hace perder redondez. Diseño y puzles portentosos, apartado gráfico precioso, música exquisitamente seleccionada, reparto ejemplar tanto en inglés como en español y diálogos y humor excelentes. Una verdadera obra de arte, que sin embargo no únicamente fracasó en ventas sino que, y esto es una segunda injusticia de proporciones también épicas, no parece haber alcanzado estatus de verdadero clásico; no da la sensación de que el aficionado medio la tenga en la misma estima que los grandes paradigmas del género.
Que esta falta de reconocimiento generalizado no confunda a nadie: si Toonstruck hubiera sido creado por LucasArts, hoy en día no sólo tendríamos Toonstruck 2 disponible, sino que nadie dudaría a la hora de ponerlo a la altura de lo mejor de la compañía. Una joya.
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