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Monstruos de serie B

Título: Hollywood Monsters (1997)

Desarrolladora: Pendulo Studios

Distribuidora: FX Interactive, Dinamic Multimedia

Lanzamiento: A la venta

Especificaciones (mínimo recomendado):

# Publicado el por Tomás Maidagan 11

Introducción

Antes de obtener la fama internacional de la que goza actualmente con sus Runaway, Péndulo Studios ya había hecho sus buenos pinitos dentro de nuestro género en un ámbito principalmente nacional, aunque tampoco tuvieron que esperar a Brian Basco para asomarse, de forma mucho más discreta, eso sí, a tierras extranjeras.

Hollywood Monsters, originalmente publicado de la mano de Dinamic, no sólo suponía su título más ambicioso hasta la fecha, sino que también se presentaba ante los usuarios como la primera gran superproducción aventurera en nuestro país. El juego no tardó en ganarse el aprecio del público y las altas calificaciones de la prensa especializada, lo que motivó una posterior reedición por parte de FX Interactive tras la quiebra de la distribuidora original.

Argumento

Llega la fecha de la entrega de premios anual de la Academia de Cine a los monstruos actores. El importante evento tiene lugar en la mansión del magnate cinematográfico Otto Hannover, y acudirán todas las celebridades de Hollywood: Frankenstein, el Hombre Lobo, Drácula, el Hombre Invisible, la Momia, el Dr. Mosca… Y es que en el mundo de Hollywood Monsters los míticos personajes del cine de terror no son simples actores caracterizados para la ocasión: Drácula es un verdadero chupasangre con sensibilidad a la luz, el Hombre Lobo es un licántropo idolatrado por las jovenzuelas cual Brad Pitt y Quasimodo es un auténtico jorobado especializado en hacer sonar campanas, por citar unos pocos ejemplos.

El prestigioso periódico The Quill, como no podía ser de otro modo, no tiene intención de perderse semejante acontecimiento y envía a una de sus mejores reporteras, Sue Bergman, para que cubra la noticia. Poco después de llegar a la fiesta, Sue se percata por pura casualidad de que Frankenstein está muy alterado y decide reunirse con él para descubrir a qué se deben los nervios. Tras sortear algunos obstáculos, Bergman logra hablar con el monstruo y éste se dispone a contarle todo, pero en ese preciso momento las luces se apagan y unos desconocidos con pocas ganas de que la conversación continúe hacen aparición.

Al día siguiente, puesto que no hay rastro alguno de Sue ni de su artículo, su compañero Ron Ashman no duda en ir a la mansión a investigar qué ha podido ocurrirle. No tarda en averiguar que Bergman ha sido secuestrada y que los pedazos de Frankenstein han sido desperdigados por todo el mundo. Dado que es la única pista, Ron se lanza a la aventura para recuperar todas las partes de la desmembrada criatura con la esperanza de que, una vez devuelta a la vida, pueda arrojar algo de luz sobre su desaparecida compañera.

Comentario

Lo primero que notamos al empezar a jugar a Hollywood Monsters es que sus gráficos, aunque no están técnicamente a la altura de otros títulos de la época más importantes, son muy agradables y encajan a la perfección con el estilo clásico con el que se pretende dotar a la aventura. Los escenarios no se quedan cortos en detalles y elementos, aunque a veces la integración de algunos objetos interactivos sea muy poco disimulada, y la variedad de estancias que visitaremos durante la aventura (no en vano, recorremos mundo) se ve correctamente reflejada en todos los fondos, que en cada país poseen unos rasgos bien diferenciados y característicos. Si bien aquí y allí podemos apreciar detalles que desentonan o incluso rozan lo amateur, el acabado global no se resiente demasiado ni pierde excesiva eficacia. Incluso encaja con el ambiente «cutre» que envuelve a todo el juego. Los personajes, por su parte, se caracterizan por el típico estilo cartoon que poco tiene en cuenta las proporciones del cuerpo, y pese a no hacer gala de unas animaciones deslumbrantes, incluso faltándoles fluidez a algunas (los movimientos de la boca), al menos no caen en descarados recursos economizadores y cuando tienen que hacer algo lo hacen claramente, dejándose de oportunos fundidos a negro o trucos similares.

La música varía adecuadamente de estilo según el país en el que nos encontremos, e incluso dispone de un tema principal cantado por La Unión (tristemente eliminado en la reedición de FX). La variedad de temas musicales se reduce prácticamente a uno por país pero, teniendo en cuenta que lo que visitamos de cada zona se limita a unos pocos escenarios, no se llega a echar demasiado de menos un mayor número. De hecho, la mayoría posee la suficiente personalidad y caracterización como para que podamos saber en qué país nos encontramos con sólo oírlos.

Menos admirable resulta el doblaje. Aceptable en unos pocos casos, estridente e insulso en la mayoría, y rozando lo intolerable en otros pocos. Claro, por aquel entonces no se había extendido aún la moda de hacer «doblajes de cine» en los videojuegos, y a buen seguro que el presupuesto de la aventura tampoco daba tanto de sí, pero resulta que incluso actores que en el doblaje de otros juegos hacen un trabajo excelente en éste no pasan de lo mediocre. Prácticamente todas las voces suenan falsas, poco creíbles, con registros ridículamente forzados. Por suerte el protagonista es de los que más o menos se salva, aunque el actor que lo dobla ha hecho, como decimos, trabajos muchísimo mejores en otros títulos.

Por desgracia, en el apartado audiovisual terminan prácticamente las virtudes del juego. Cuando Hollywood Monsters se analiza como la aventura gráfica que es, empieza a desmoronarse estrepitosamente cual castillo de naipes.

El original mundo en el que se desarrolla la aventura y sus personajes son totalmente desperdiciados durante la mayor parte del juego. La trama, pese a cumplir razonablemente su objetivo y al prometedor arranque, no pasa de lo anecdótico, la presencia de los monstruos se ve casi reducida a un puñado de chistes fáciles, por no decir sonrojantes (cosas como «hincar el diente» en el caso de Drácula, «mantener la cabeza sobre los hombros» en el caso del Fantasma Descabezado, etcétera), y muchos personajes que parecen prometer bastante jugo se limitan a soltar algunas líneas de lo más típicas y a hacer unas cuantas bromas sin la menor chispa. Y es que el juego combina unos pocos diálogos de sorprendente y atractiva mala baba con una inmensa mayoría de conversaciones decepcionantemente descafeinadas y tópicas con un sentido del humor más que cuestionable, a lo que debemos sumar el desafortunado doblaje, que las hace más planas de lo que ya de por sí son.

En cualquier caso, no se puede decir que los apartados hasta ahora analizados no mantengan, en el peor de los casos, un nivel al menos admisible. Es en el diseño donde Hollywood Monsters desciende en caída libre sin paracaídas. Y, vaya por Dios, resulta que el diseño es uno de los aspectos más cruciales de toda aventura.

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