Un muerto contento y muy feliz
Título: Dráscula (1996)
Desarrolladora: Alcachofa Soft
Distribuidora: DDM
Lanzamiento: 1996
Especificaciones (mínimo recomendado):
# Publicado el por Paco García
El desarrollo de Dráscula, aún no siendo un juego especialmente difícil, se hace entretenido y muy jugable. Al poco de empezar nos encontraremos con los típicos puzzles de recolección de objetos, esos que se encuadran dentro de una lista de cosas que conseguir con un propósito determinado, y que tan buen resultado dan a la hora de desprender a una aventura gráfica de la linealidad. Las cosas se pondrán más feas a raíz de que pasemos a la segunda mitad de la aventura, de la llegada de Hacker al castillo de Dráscula, donde las situaciones empezarán a tomar un cariz si cabe más surrealista que el resto de la aventura y donde los puzzles no estarán especialmente bien planteados; Por ejemplo: nada aparentemente nos puede hacer pensar que debemos hacernos un disfraz de Dráscula, y usarlo para lo que finalmente se usa no entra dentro de las previsiones de una mente cuerda. U otro ejemplo y aunque es algo que es muy susceptible de probar, el hecho de tener que dar vida al Fruskynstein para que este haga un agujero en la pared por el que salir no guarda lo que se dice una lógica aplastante. A partir de este punto las cosas empezarán a volverse algo más llanas y no será difícil averiguar que tenemos que hacer dado el reducido radio de acción. Aquí empieza una curva descendente, en la que las descripciones de los objetos prácticamente desaparecen, (cosa imperdonable dada la cantidad de chascarrillos en potencia que se han perdido) los enigmas empiezan a hacerse excesivamente sencillos, las conversaciones pierden fuelle y se termina catárticamente con un final de juego desordenado y forzado que, como bien dice el propio protagonista, parece ser debido a fechas de entrega, siempre tan malqueridas para los programadores. Aunque el detalle queda simpático, la chapuza no deja de ser indisculpable pues el juego podía haber dado más de sí y quizá le hubiera hecho subir algún que otro entero.
Con todo, lo mejor con diferencia de la aventura es ese ambiente de coña sempiterna que rodea a cada acción que se realiza. Y es que además de la ya citada ráfaga de gracietas, en Dráscula también está muy presente el humor gráfico: nuestro protagonista tiene ciertos ademanes a la hora de realizar ciertas ordenes que esbozarán más de una sonrisa. Por otra parte el doblaje también hace un craso favor a crear esta atmósfera de guasa. Este aspecto merece reverencia, de verdad. Y no por la reputación o popularidad de las voces que escucharemos, si no por lo realmente tronchantes que quedan interpretando los gags. Tenemos como protagonista a Alfredo Cernuda, que siendo una figura en esto de la actuación frente al micrófono, seguramente será mas conocido por la plebe como “el pequeñín de Noche de Fiesta”. También forman parte del reparto, Miguel Angel Manrique, habitual de las producciones Alcachofas (es la voz de Mortadelo y también interpretó a Justino en 'El Tesoro...') que hace las veces de Dráscula y las inolvidables actuaciones de los propios Santiago Lancha como pianista o Emilio de Paz dando vida al tío Desiderio y al inigualable Borracho de la posada, que tiene en su haber una de las más emblemáticas frases de la aventura gráfica y sin duda la mejor interpretada, esa que dice “¿que te parece a ti?”, que diréis “qué tiene eso de gracioso” pero que está tan cómicamente pronunciada (por decir algo) que sin miedo puedo decir que si me he reído a mandíbula batiente con algún chascarrillo de aventura sin duda alguna, ha sido con este. También reconoceréis la voz del 'campeón de los dados' del Tesoro de Isla Alcachofa que aquí interpreta al ciego y a ese Igor tan familiar. Si enfocamos la oreja al aspecto musical tampoco se puede quejar uno. Casi cada estancia goza de un tema diferente, digno de escuchar y que entona a la perfección, aunque aún se lleva un trecho con el magnífico score del 'Tesoro de Isla Alcachofa'. En total son algo mas de 50 minutos de banda sonora realmente meritoria y en pistas de cedé reproducibles desde cualquier lector. Especial atención al tema principal que abre el juego y al que lo cierra.
Dráscula es ante todo una aventura que divierte. Desde luego no es un titulo de los que marcan un antes y un después dentro del género, pero es que esas no eran tampoco sus aspiraciones. Si pensamos encontrarnos en Dráscula una obra maestra oculta, pues muy posiblemente nos demos con un canto en los dientes, pero si vamos con predisposición de pasar un rato muy muy divertido sin demasiados prejuicios encima, con mucha probabilidad disfrutaremos como enanos.
Conclusión
Yo considero a la gente de Alcachofa Soft como los Mel Brooks de este mundillo. Un parangón muy bien traído teniendo en cuenta esas influencias de la desternillante “el Jovencito Frankenstein” de las que “peca” esta aventura que nos ocupa. Pero a lo que vamos, aunque Mel Brooks no es precisamente un director de culto entre los llamados cinéfilos, muchas de sus películas son lo más hilarante que se ha visto en el último cuarto de siglo en lo que a celuloide se refiere (sin ir más lejos, la mencionada “el jovencito Frankenstein”, “Spaceballs”, “Sillas de montar Calientes” o “la Loca Historia del Mundo”) pero la parodia no parece estar muy bien vista entre los “eruditos” del séptimo arte. Con Alcachofa Soft digamos que pasa lo mismo, tanto se fija la mal llamada crítica profesional en las apariencias más superficiales que deja muy de lado la esencia de mofa de sus juegos. Luego solo hace falta que el rebaño se deje llevar al redil por culpa de lo que leen. Es innegable como antes decía, que las aventuras de Alcachofa no son la panacea del software de entretenimiento, pero, dentro de las no muy buenas, no son tan malas como muchos se empeñan en aseverar. Yo, por llevar una vez más la contraria me levanto ante este tipo de juicios tan arbitrarios y tan débilmente argumentados y afirmo, (ahí es ná) que “Dráscula” es la mejor aventura gráfica española del siglo pasado (o en otras palabras, fue la más tuerta en el panorama de ciegos de entonces).
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