Aventura y CÍA Aventura y CÍA

Aventuras gráficas al detalle

Artículos

La ecuación Dante

Jane Jensen ha firmado un par de novelas. Tras la estela de El código Da Vinci nos llega la última, muy anterior al paupérrimo best-seller de Dan Brown

# José María Meléndez | 0

La ecuación Dante

Antes de comenzar, recomendamos la lectura de este artículo únicamente a todos aquellos que o bien hayan leído el libro o bien no tengan intención de leerlo: este artículo no es una crítica, y hemos sido liberales a la hora de desvelar encrucijadas de la trama.

Uno de los fenómenos literarios que más ha sacudido el mundillo editorial en los últimos años ha sido la publicación de El código Da Vinci, un pulp cercano a las miniseries italianas de conspiraciones oscuras y castillos europeos de cartón piedra, promocionado indirectamente nada más y nada menos que por el mismísimo Vaticano (ya se sabe, todo aquello que molesta a la Iglesia disfruta de una campaña de mercadotecnia con resultado opuesto al intencionado).

El código Da Vinci
El código Da Vinci es más odioso de lo que suele ser la «literatura de aeropuerto», en especial por la atención mediática que ha suscitado. Pero hemos de reconocerle que ha sido su tirón el que ha traído a España La ecuación Dante, aunque ambas novelas tengan poco que ver.

A raíz del éxito de esta novela de Dan Brown, editoriales avispadas sacaron de su fondo de catálogo todo aquel escrito que contuviese en mayor o menor medida monjes siniestros, conspiraciones religiosas, códigos secretos y cualquier temática relacionada con la novela de moda. Desde noveluchas de usar y tirar hasta cosas más extravagantes, como estudios paranormales del estilo de la revista Año Cero. Se reeditaron como sucedáneas de El código Da Vinci, con portadas nuevas donde se resaltaban frases publicitarias destinadas a que el lector ocasional de aeropuerto mordiera el anzuelo —porque, de hecho, lo muerde—.

Entre toda esa maraña de clones previos o subsiguientes a la obra de Brown, la editorial Factoría de Ideas ha incluido nada más y nada menos que la segunda novela (dejando a un lado los guiones novelizados de sus Gabriel Knight) de la reina de la aventura, Jane Jensen: La ecuación Dante. Una apuesta que por lo que parece se ha resuelto con éxito, en vista de que el libro que sostenemos pertenece a la décima edición.

Visto lo visto, y atentiendo a la publicidad y a la cubierta del libro, cualquiera podría pensar que, aunque desde sus inicios como narradora siempre haya entregado thrillers con buenas dosis de documentación histórica, acaso la señora Jensen se ha subido con descaro al carro del «fenómeno Da Vinci» para ganarse unos cuantos dólares y asentarse así en su faceta de escritora de «best-sellers de aeropuerto» (faceta, por cierto, más agradecida que la de diseñador de juegos). Nada más lejos de la realidad: Dante’s Equation —el título original— es un libro de auténtica ciencia-ficción que, por casualidades de la vida (y del mercado editorial, cada vez más cercano a un lupanar), se nos ha vendido como una copia descarada del éxito del ínclito Brown.

La historia comienza a lo Vidas cruzadas, con pequeños flashes con escenas entre varios personajes. Por un lado tenemos a Aharon Handalman, un rabino de Jerusalén que encuentra en el código de la Tora, a base de transposiciones, una serie de referencias a un tal Yosef Kobinski, que resulta ser otro rabino, desaparecido (que no muerto) en Auschwitz durante el Holocausto. Por otro, seguiremos los progresos de Jill Talcott, una rata de biblioteca obsesionada con modular una onda espacio-temporal, un experimento que de tener éxito implicaría excelentes avances para la humanidad; en sus investigaciones, recibe la ayuda de Nate Andros, su becario. También conoceremos a Denton Wyle, un periodista apuesto y acomodado que trabaja en un panfleto sensacionalista centrado en lo paranormal y que vive obsesionado con los escritos del mencionado Kobinski. Se añade a la trama un quinto personaje de peso en la historia: Calder Farris, agente gubernamental, fascista y desquiciado, descrito más como un Terminator que como una persona de carne y hueso.

Jane Jensen
A qué dedica ahora su tiempo Jane Jensen es algo de lo que se sabe poco. Quizá esté preparando otro libro, o esperando a que alguien la llame para recuperar su último gran proyecto. Mientras, le saca brillo a la mención especial del premio Philip K. Dick que ganó La ecuación Dante.

Las investigaciones de los cinco protagonistas, sus idas y venidas, suponen grosso modo la primera mitad del libro. Quizá esta parte represente lo que el fiel de Jensen puede esperar de ella: un thriller de trasfondo histórico (esta vez reciente) con unos personajes bien definidos. Desgraciadamente, no al nivel de los que pudimos ver en, por ejemplo, Gabriel Knight 2: The Beast Within, tal vez —y solo tal vez— la aventura gráfica con las personalidades más realistas que jamás hayan tenido unos personajes de videojuego. Cualquier lector despistado y ocasional verá estos pasajes como los más parecidos en esencia a la novela de Dan Brown, aunque en nuestra modesta opinión tengan bastantes más similitudes con Los niños del Brasil de Ira Levin, en especial los que se refieren a Denton Wyle y Aharon Handalman.

En la segunda mitad (debemos pedir disculpas por el monumental destripe a aquellos incautos que hayan obviado el aviso en negrita que abría el artículo), los personajes son transportados individualmente a dimensiones alternativas —salvo Talcott y Andros, que no se separan—. Y es en este giro argumental tan inesperado como a priori extraño donde radican la gracia y el disfrute de la novela. Si bien al principio puede parecer una broma jocosa de la señora de Robert Holmes (a quien, por cierto, va dedicada la novela; qué tierno) y en el lector crece el estupor, la autora demuestra con solvencia el buen dominio que tiene de un género que nunca antes había cultivado: la ciencia-ficción.

Continúa en la página siguiente

Página 1 de 2

« Anterior | 1 | 2 | Siguiente »

Inicia sesión o regístrate… y síguenos:

Recordar la contraseña