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Giro a lo bizarro

Título: Runaway 2: El sueño de la tortuga (2007)

Desarrolladora: Pendulo Studios

Distribuidora: FX Interactive

Lanzamiento: 21 de junio de 2007

Especificaciones (mínimo recomendado): Procesador a 1 GHz | 512 MB de RAM | 1'8 GB de espacio en disco | Tarjeta gráfica de 8 MB compatible con DirectX | Tarjeta de sonido compatible con DirectX | Monitor con una resolución de 1024x768 | Lector de DVD | Windows XP o Vista

# Publicado el por Javier Cadenas 9

Introducción

Runaway no es un mal juego aunque tampoco posee las incontables cualidades que se le atribuyen de forma constante, con mucha vehemencia pero poca elocuencia. Pero pese a las desdichas que encontró en su camino a la hora de verse distribuido y gracias a una serie de hechos que comentamos en su reseña, así como a una buena medida de suerte, supo encontrar su hueco en el mercado internacional y, aunque sobrevalorado, alcanzó el éxito. Y fue gracias a ese éxito que Runaway 2 se empezó a gestar, una secuela que parte del más nimio detalle de su predecesora para construir algo diferente. Y más que diferente, dado que conserva lo bueno de A Road Adventure y lima en parte las impurezas de ésta, mejor.

Argumento

Vacaciones. Todo el mundo necesita unas, y cuando has recorrido medio Estados Unidos tratando de salvar de las garras de la Mafia a una mujer de bandera y de paso salvarte a ti mismo del fortuito enredo en el que te has metido, unas vacaciones son más necesarias de lo normal. Y dónde mejor para pasarlas que en un enclave paradisíaco de islas tropicales con la compañía (también sexual) de la mujer de bandera a la que salvaste la vida.

Pero lamentablemente lo que parecían unas idílicas vacaciones de lujo y placer acaban derivando en un segundo rescate que esta vez nos enfrentará con toda la potencia de un destacamento militar y las ansias mesiánicas de un coronel con afán de caudillo.

Comentario

Lo que más llama la atención de este Runaway 2 y que ya ha sido fruto de diversos comentarios, así como de diversos pensamientos encontrados, es el cambio de estética que ha sufrido en general el juego, o más que de estética, que se mantiene en la línea del anterior, de estilo, que lo acerca a la tendencia cool: la audiencia target de la aventura se sitúa más bien en el quinceañero de corte menos sesudo, en apariencia. No sólo es que Brian haya pasado de manera radical de ser un pardillo nerd a un metrosexual hortera, sino que buena parte de los secundarios que van apareciendo durante la primera parte del juego responden también a ese estilo. Y, más allá, la elección musical refuerza esa sensación; no ya la música ambiente, que sigue perfectamente la línea de la primera parte, sino la elección del tema principal, el tan polémico Runaway de Ryk-C, que pasa por mixtura entre un backstreetboy trasnochado con una base de sintetizador barata y una suerte de arreglos de cuerda lamentables, y algún macarrilla moderno de tendencia hip-hop salido de las primeras rondas de OT, que es acertadamente denostado por muchos y fervientemente aclamado por el sector más dispuesto a tragar con una comercialidad extrema —curiosamente aficionado a un género de videojuego que es precisamente el menos comercial—. Afortunadamente, y si bien es como decíamos lo que más llama la atención, es también el aspecto del juego que más enterrado queda a medida que se avanza, y se va desmoronando tras la impresión inicial. Rafael Latiegui, director de arte de Pendulo, comentaba en la entrevista que le hicimos durante la presentación del juego que este aspecto no ha sido gratuito y no responde a una voluntad de giro a lo comercial y cool, sino que hay una intencionalidad detrás, que la brusquedad evolutiva en el carácter de Brian es premeditada y trata de reflejar la reacción natural de una persona que se ve tremendamente influenciada por alguien con más carácter en primer término pero que se va desprendiendo de aquello que no va con él poco a poco. Es cierto que en Runaway 2 se deja notar el progresivo retorno de Brian a sus rasgos de origen, retorno que quizá se complete en Runaway 3, si bien es más probable que asistamos a una especie de síntesis entre el Brian original y el Brian influenciado por Gina.

Es ésta una pretensión un tanto fracasada por lo mal tratado que está el guión, lo que sorprende si tenemos en cuenta que para El sueño de la tortuga se ha contratado a un guionista especialmente dedicado a los diálogos; guionista que construye una trama mucho más ligera, entretenida, divertida y hasta inteligente, pero sobre todo bizarra, que sabe edificar convenientemente, de manera general, la trama y mejora notablemente la personalidad de los secundarios, tanto nuevos, aunque su introducción pareciera en un principio precipitada, como antiguos, si bien desarrolla los diálogos mucho peor que en cualquiera de las anteriores aventuras de Pendulo —aspecto que ha venido mermando, asombrosamente, desde su primer Igor: Objetivo Uikokahonia—, que con excepciones como la de Archibald (que por cierto comparte voz y sarcasmo con el archiconocido doctor House, obviamente sin su clase) o Dean Grassick, usa de manera torpe el lenguaje —donde más se deja notar esto es en el último capítulo, con vocabulario adaptado del siglo XVII que de haber estado bien manejado hubiera quedado hasta gracioso pero que no lo está y termina siendo machacón— y tiende al infantilismo en más de una ocasión (por ejemplo, y en la línea de la audiencia target de que hablábamos en el anterior párrafo, la recalcitrancia en hacer notar el atractivo de Lokelani con frases como «Mazo buena Lokelani, ¿eh?» o «Está buena Lokelani, ¿que no?») por no mentar la gran mayoría de gagsVaya con el monito de las narices, nos ha salido graciosillo»), que son risibles no exactamente por graciosos. Eso sí, está plagado de referencias, no sólo a los títulos anteriores de Pendulo, sino también al cine —además de a variedad de películas de animación de Pixar, a obras maestras muy distintas entre sí como Apocalypse Now, Cadena perpetua o Reservoir Dogs (referencias, no escenas basadas en, como se pretendía y no se consiguió con el primero) pero también a hitos comerciales como Karate Kid o Men in Black—, a series de televisión —la gran Doctor en Alaska—, novelas —la fabulosa Guía del autoestopista galáctico de Douglas Adams o las románticas de Corín Tellado (!)— y demás disciplinas artísticas.

Para terminar con lo referente al guión, Runaway 2 echa mano también del recurso de que el protagonista hable en varias ocasiones al jugador como consciente de que es una marioneta en sus manos, lo que se hace de forma pretendidamente graciosa, pero que no es un chiste que salga del juego de manera natural, que no aporta en este caso absolutamente nada y que lo único que consigue es descolocar. Y tiene tendencia a redundar en las descripciones, en un error de principiante como el de describir la propia acción que realiza Brian: «Sí, usaré esto con aquello para formar eso otro», cuando no es ni necesario ni oportuno.

Otro aspecto relacionado con lo anterior que huelga comentar es el extraño concepto que en Pendulo tienen de la cinematografía, porque la elección de los planos en las secuencias de vídeo es sosa y donde quieren producir tensión dramática (que ese es otro tema, o es nula o es forzada) lo que producen es extrañeza.

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Carátula de Runaway 2: El sueño de la tortuga

Nuestra puntuación

Tres estrellas y media

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