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El gran prestigio

Título: Monkey Island 2: LeChuck's Revenge (1991)

Desarrolladora: LucasArts

Distribuidora: Erbe Software, Electronic Arts

Lanzamiento: 1991

Especificaciones (mínimo recomendado): Procesador 8088 / 8086 | 640 KB de RAM | Tarjeta de vídeo CGA o superior | Tarjeta de sonido SoundBlaster o compatible | MS-DOS

# Publicado el por Paco García 7

Introducción

Al poco de salir a las tiendas, The Secret of Monkey Island fue vertiginosamente llamado a ocupar un merecido puesto en un Olimpo del videojuego que aún no era de cartón-piedra. Es probable que este ascenso fuera debido a la sutil pero decisiva reinvención, que introducía elementos renovadores, de patrones que se estaban volviendo caducos. Posiblemente logró sintetizar todo aquello que hacía grandes a las por entonces consideradas «aventuras tradicionales» y se quitó de encima todo lo que las hacía frustrantes. O quizá, quién sabe, las peleas de insultos causaron tal impacto que ha sido imposible sacudir ese legado del subconsciente colectivo.

Lo cierto es que los propios cánones que desde LucasFilm Games se habían establecido con juegos como Maniac Mansion o Indiana Jones and the Last Crusade quedaron obsoletos gracias a un metódico canteo de sus numerosas aristas, hasta que se llegó a moldear con el primer Monkey Island una fórmula que dio pie a un tipo de juego sin limitaciones autoimpuestas, que conseguía que el jugador no se preocupase de lo que podría pasarle si hacía algo inadecuado o absurdo, que dejaba que su mayor y único problema se limitase a progresar sin posibilidad de encontrarse con callejones sin salida; a avanzar en una historia divertida y en la que daba la impresión de que cualquier cosa podía valer, que premiaba a la imaginación por encima de la lógica cuadriculada y que ofrecía una grata sensación de libertad. Se abrieron las puertas de un territorio tan virgen y fecundo como la propia Isla de los Monos: el de la Aventura Gráfica, con mayúsculas. Y era el momento de empezar a poblarlo.

Catorce meses después y sin apenas respiro, la secuela de The Secret of Monkey Island compartía estante con su hermana mayor. Pero Monkey Island 2: LeChuck’s Revenge no se redujo a ser una digna secuela. En un imponente tour de force, el equipo de desarrollo alcanzó a exaltar las virtudes de su predecesor, a la vez que las mejoraba con un importante salto que supo huir del foso de la reiteración en el que tan fácilmente podía haber caído ante una audiencia que reclamaba más de aquello que la había engatusado de la primera entrega: técnicamente superior, más amplia, mejor diseñada y con algo más de enjundia argumental, esta continuación estaba llamada a comerse a su antecesora de no ser porque, en un bizarro —también en castellano— giro de la trama, esta genialidad echó el resto con un final que dejó a muchos boquiabiertos y a otros tantos confundidos. Lo que está claro es que a todos nos dejó con ganas de más.

Argumento

Ha pasado el tiempo y Guybrush Threepwood ya es el pirata que quería ser. Ha librado a lo más profundo del Caribe del terror de LeChuck, ha viajado a la recóndita Monkey Island y de ahí a las mismas entrañas del Infierno, ha salvado a una guapa gobernadora en peligro y, tras ello, ha conseguido hacer fortuna. Pero después de tantas y tan increíbles aventuras, su vida empieza a adquirir el cariz rutinario que todo espíritu libre como el suyo no está dispuesto a aceptar… Sus historias se repiten y sus fanfarronadas no causan impresión. Así pues, Guybrush se dispone a emprender una nueva y épica aventura por las aguas inhóspitas de los mares caribeños a la busca de un tesoro cuya existencia sólo se conoce por las leyendas locales que cuentan los viejos para asustar a los críos: el Big Whoop.

Comentario

Resulta curioso como las dos primeras partes de esta archifamosa saga son para el aventurero medio prácticamente una entidad compacta. Con el paso de los años y por muchos factores nos hemos terminado haciendo a la idea de que son casi un sólo juego. Cuando se habla de Aventuras Gráficas con mayúsculas, siempre salen a colación los «Monkey 1 y 2». No deja de ser irónico, ya que este LeChuck’s Revenge es una secuela que se queda lejos de ser inmediata: sus personajes mantienen las líneas esenciales de su conducta pero han cambiado de carácter, el tiempo ha hecho mella en las relaciones de los protagonistas y, en definitiva, no se repiten patrones que nos hagan mantener una idea de «unidad» entre ambas.

Si The Secret of Monkey Island era una aventura iniciática, en la que un jovencito sale un tanto atolondrado del cascarón en busca de emociones fuertes y se topa de lleno con ellas, personificadas en los amores difíciles, los fantasmas infernales y las islas perdidas, en LeChuck’s Revenge nos encontramos con una aventura de madurez, en la que ese mismo protagonista se resiste al obligado retiro tras su momento de fama y clama por vivir nuevas peripecias como las de antaño, para volver a encontrarlas y darse cuenta de que aquel tiempo ya pasó y quizá debería haberse quedado en casa, disfrutando de una cómoda vida. Sólo hay que ver cómo de un plumazo y con una capacidad pasmosa de síntesis nos cuentan todo esto en las primeras líneas de diálogo, en las que vemos a un Guybrush pendiente de un hilo al que se le escapa el entusiasmo por contar nuevas historias con un más que explícito «<SUSPIRO>».

La evolución en Monkey Island 2 pasa además por una ambientación mucho más necrófila, en la que se deja un poco de lado la imaginería del grog y los piratas de libro para centrarse en el vudú, las profanaciones de tumbas y los muertos vivientes, pasando por unos oscuros presagios que ya desde un principio nos permiten entrever que esta aventura no acabará tan felizmente como la anterior; unos oscuros presagios que nuestro protagonista desoirá en su obstinación hasta que ya sea demasiado tarde. No nos engañemos, por muy cachondos que puedan resultar los concursos de escupitajos y por muy disparatadas que sean muchas de las situaciones que nos encontremos, hay un trasfondo tenebroso que pesa en todo el transcurso del juego y que consigue una mezcla de géneros tan heterogénea como atractiva.

El cóctel se hace más consistente gracias a un espléndido y trabajado proceso de conceptualización que en esta ocasión se toma mucho más en serio, aportando frescos soplos de originalidad sin salirse de la temática impuesta y dotando al juego de un encanto visual propio. El diseño de los escenarios regala a la vista insólitos parajes, como el pueblo de Woodstick, un osario de barcos reconvertido en anárquica comunidad pirata; la fortaleza de Lechuck, escarbada en la roca de un atolón perdido en medio de una tormenta eterna; o la Casa Internacional del Vudú, cuya lúgubre fachada con forma de calavera de inspiración africana se esconde recóndita en el corazón de un tétrico pantano. Un estudio del color minucioso dota a las estancias de aquello que quieren inspirar con un uso inteligente y armonioso de la paleta de 256 colores, consiguiendo entornos evocadores: el gélido tenebrismo del cementerio de Scabb, los parajes selváticos de la casa de la gobernadora Marley o la alegre luminosidad y el bello colorismo de la Ville de la Booty sirven como ejemplos de un loable catálogo de decorados.

Monkey Island 2 se suma un importante tanto con la perfecta integración de un aderezo musical constante que no sólo respalda la labor plástica sino que la exalta: obtiene una alianza sólida e indisoluble entre lo visto y lo oído y hace del resultado final una efectiva experiencia multimedia. Es de justicia atribuir este mérito al sistema iMuse, que la compañía introdujo por primera vez en el juego que nos ocupa y que lograba un flujo ininterrumpido de melodías adecuando lo que suena por los altavoces a lo que sucede en el monitor, por medio de mezclas en tiempo real que permitían hacer variaciones sobre la partitura o transiciones suaves. Se alza así el componente atmósferico a lo más alto.

Todo este sobresaliente despliegue artístico complementa y a la vez sustenta un desarrollo del juego amparado en un grueso reparto de secundarios que se definen reconocibles con un par de frases y unas pocas pero muy bien seleccionadas animaciones. En conjunto, dibujan el contexto bien diferenciado de cada isla por la que pasemos y obsequian diversidad al guión, lo que favorece que el transcurso de nuestra misión sea más ameno. Son el contrapunto obligado para que los interrogantes que se acumulan en torno a la empresa kamikaze de Guybrush no resulten demasiado graves, y para que el jugador, entre chistes, vaya abriéndose camino en esa intriga que implica un pacto de silencio entre cuatro piratas que guardan el verdadero secreto de un supuesto tesoro. Uno que progresivamente va perdiendo su halo de riquezas, fortuna y honor para adquirir un tono de funesta maldición de la que sería mejor alejarse.

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Review de Monkey Island 2: LeChuck's Revenge
Imagen de Monkey Island 2: LeChuck's Revenge
Imagen de Monkey Island 2: LeChuck's Revenge
Imagen de Monkey Island 2: LeChuck's Revenge
Imagen de Monkey Island 2: LeChuck's Revenge
Carátula de Monkey Island 2: LeChuck's Revenge

Nuestra puntuación

Cinco estrellas

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