Introducción

Hotel Dusk: Room 215 es el segundo proyecto para Nintendo DS de la joven compañía Cing, responsable del entrañable y sorprendente Another Code, título que acompañó a la portátil en su lanzamiento mundial. Aquel juego fue un éxito sin paliativos: a las estupendas críticas se sumaron unas excelentes ventas. Fue el reconocimiento en toda regla de un sector acostumbrado a las decepciones y a las escasas alegrías. Las expectativas generadas respecto a su sucesor fueron inmensas: éste calibraría, de forma definitiva, si Another Code era fruto de un día y del azar o si, por el contrario, estábamos ante el abanderado de la revolución del género.

Fiel a su discreción habitual, Nintendo mantuvo en vilo a los usuarios hasta el final. Tuvo que ser en el Tokyo Game Show del pasado año cuando se tuviese la primera noticia de su nueva y ambiciosa aventura gráfica. Se hizo un excelente trabajo de márketing: para cuando se difundieron las primeras imágenes y características sobre ese juego, la opinión pública, viéndose de pronto saturada ante tanta información, devoró con avidez cuanto desde Nintendo se había filtrado. Tan buena fue la estrategia de los cerebros del gigante japonés que se consiguió el efecto esperado: Hotel Dusk pasaba de boca a boca, convirtiéndose, primero en rareza, luego en acontecimiento y, por último, en fenómeno.

Había encandilado a propios y extraños de tal manera que hasta usuarios espontáneos, jugadores no habituales que no tenían ninguna intención de cambiar su condición, habían sucumbido a sus encantos. La prensa se hizo eco y le dedicó algo de espacio en sus páginas de cultura; los telediarios le antepusieron, en alguna de sus ediciones, a ciertas noticias del día. Buscarían rellenar huecos, sin duda, pero ya el hecho de que se fijasen en un videojuego sus más enconados y firmes detractores, significaba que esta vez se había logrado un hito.

Argumento

El antihéroe de esta historia negra es Kyle Hyde, un ex policía reciclado en vendedor sin suerte, no del todo mal tipo, suficientemente brusco y rudo en sus maneras como para no poder ocultar su antigua ocupación. Una única obsesión le corroe desde hace tres años: encontrar a su ex compañero y amigo Bradley, traidor reiterado de distintas confianzas, corrupto y asesino. Hyde terminó disparándole en un muelle y presenciando su desaparición en el fondo del mar; pero la desconfianza nacida del instinto y la experiencia le hacen dudar inmediatamente de las apariencias. El cadáver de su antiguo colega no apareció y eso, en el mundo de Kyle Hyde, constituye una evidencia.

El juego empieza en el mismo instante en que se le encomienda realizar un recado rutinario en un hotel de carretera. Al llegar allí, va a toparse con un viejo conocido de sus tiempos en la policía, un eslabón que pretende asirle férreamente a su pasado, y con una galería de personajes de lo más variopinto y anodino cuya única relación aparente es su convergencia en el Hotel Dusk, esa mañana del 29 de diciembre de 1979. Kyle Hyde se dispone a pasar una jornada de lo más aburrida, muriéndose entre bostezos, cuando se percata de que una chica muda posee una esclava que pudo haber pertenecido a Bradley. A partir de este momento, los acontecimientos se sucederán a velocidad vertiginosa...

Comentario

A estas alturas, hacer mención de la que es la principal novedad de Hotel Dusk es una pura redundancia. Es ya “vox populi” que la consola debe colocarse en posición vertical durante el transcurso de la partida. Puede ser que en ello estribe el interés que los medios han demostrado por Hotel Dusk, intuyendo la naturaleza pionera del juego en cuanto primitivo experimento de libro digital. Este título es novela negra en su concepción y planteamiento: Cing consigue, en eso, cumplir con creces.

Argumentos para defender esta afirmación no faltan. La trama es todo lo imprecisa, difusa, compleja y enrevesada que se espera de un producto de esa índole. El reparto, correcto y apropiado. La atmósfera, entre cáustica, nostálgica y descreída, propia de la calma que precede a la tempestad; lo trágico y lo miserable se va abriendo paso entre lo cotidiano, hasta interrumpirlo abruptamente, asfixiándolo. El único fallo de la fórmula es el ritmo.

Hotel Dusk va a adolecer de unas preocupantes fluctuaciones en la acción que empañan el esfuerzo realizado, haciendo que, en no pocas ocasiones, el jugador esté tentado de apartar la consola para despejarse del sopor. Seamos francos: es un juego monótono a intervalos demasiado regulares, principalmente a causa de las reiteradas interrupciones en la trama. Los puzzles, encajados en ocasiones con calzador, fracasan en su intento de relajar al jugador al poner a prueba su pericia y habilidad. Más tarde hablaremos de ellos. Las preferencias de Cing juegan también una parte importante en el asunto: centrar toda la acción en un recinto cerrado y llegar a hacer un juego así es digno de elogio cuando se tienen las ideas muy claras y la convicción absoluta de que va a funcionar sin repetirse. Se nota, observando un mapa pensado al milímetro, que Cing tiene control sobre lo que sucede, por la multitud de eventos que tienen lugar y lo perfectamente relacionados que están entre sí. Lo que ya no está tan claro es que tenga control sobre cómo suceden las cosas. En demasiadas ocasiones se abusa de técnicas tales como “se oye una puerta cerrase al fondo del pasillo”, sin precisar ni qué puerta, ni quién la cierra, sólo para avanzar en una trama que parece haber llegado a un punto muerto.

Continúa en la página siguiente

Página 1 de 2

« Anterior | 1 | 2 | Siguiente »

Imágenes relacionadas

Más imágenes