Introducción

En un mercado saturado de ciudades futuristas, asesinos en serie, casas encantadas y viajes iniciáticos varios autoproclamarse como salvadores de un género –la aventura gráfica- y de un estilo olvidado –la comedia- es crear a tu alrededor la expectativa. Así, Deck13 nos da la bienvenida a la enésima resurrección de la aventura gráfica. Otra Nueva Esperanza (blanca) se nos presenta y otra vez nos ponemos con su crítica.

Y no es poco lo que han conseguido en Deck13 hasta ahora. Partiendo de un juego de bajo presupuesto cuyo desarrollo acometieron en 1998 (del que este Ankh es remake) y de unas pobres imágenes, el boca a boca a través de distintos foros consiguió convertir a una compañía desconocida en carnaza para noticias, hasta el punto de que los más escépticos se transformaron en el mejor trampolín para el auto-bombo del que hablábamos arriba. Incluso ya una vez acabado el juego, son muchos los que claudican a las palabras de esta compañía primeriza y otros, menos optimistas, los que simplemente tildan a Ankh de aventura sobresaliente.

La del Antiguo Egipto siempre ha sido considerada una época fascinante y no han sido pocas las aventuras que han echado mano de la Tierra de Faraones para situar su mundo… ¿Es Ankh una más o por contra tiene algo especial que la hace sobresalir?

Argumento

Parece que el joven Assil, hijo del arquitecto encargado de las grandes obras egipcias, tiene muy claro que el mejor lugar donde tomarse unas birras con los amigos es la sala funeraria de la pirámide del Rey Escarabajo. Lo que no parece tener tan claro es que entre tanto tesoro hay que tener cuidado de no romper nada, sobre todo de no romper los vasos canopes que contienen los órganos extraídos a los cadáveres durante su embalsamamiento. Y es que como consecuencia de destrozar seis de estas vasijas sagradas es una mera advertencia, pero si son siete las que se profanan el castigo asciende a... una maldición mortal. Con más razón si robas el abrebotellas del Rey profanado y le conviertes en polvo.

Así, Assil tendrá que rogar por su vida a Osiris, Dios del Más Allá, y conseguir que éste levante la maldición que ha recaído sobre su persona. Lo que no sabe es que el abrebotellas no es en realidad tal cosa...

Comentario

Ankh trae consigo una “novedad” importante ya que consigue, paradójicamente, innovar mediante una involución en la dirección que tomaron los más clásicos representantes del género. Y es que lo innovador (con respecto, claro está, a la homogénea situación actual) en Ankh es precisamente la recuperación de esa fórmula que tan bien funcionó en el pasado y que hoy por hoy se ha relegado por completo en favor del realismo narrativo que han venido imponiendo los nuevos motores y consolas. Y esta fórmula no es otra que el regreso de lo cómico, ese estilo que desde La fuga de Monkey Island quedara voluntariamente olvidado por parte de los desarrolladores.

Lo que, por otro lado, es bastante lógico si tenemos en cuenta la crisis de talento que impera en el mundillo, unido al hecho de que siempre es más fácil agradar con un guión serio que no con uno humorístico. Es ahí donde reside parte del mérito de una compañía primeriza como Deck13. El resto, recae sobre el propio diseño del juego: sencillo, fluido, corto... y sin una sola combinatoria. Es Ankh uno de esos juegos que de no tomarse en serio a sí mismos, consiguen un resultado mucho mejor, y con mucho menos, que otros más publicitados.

Pero ojo, porque el de Ankh es un humor blanco e inocente, muy a las claras, y con un casi inexistente uso del sarcasmo, algo que también separa al juego de las tendencias habituales del género, en el que son casi omnipresentes los protagonistas sarcásticos y socarrones, quizá evidenciándose que éste es probablemente el recurso más fácil (y a veces, eficaz) del que echar mano a la hora de construir humor interactivo.

Y en este sentido, Ankh es, salvando las distancias, un claro bebedor de las fórmulas comédicas de la vieja LucasArts, no sólo por los pretendidos homenajes que pueblan la aventura (aquí y allá hay guiños a la saga Monkey Island, Maniac Mansion o incluso Grim Fandango), sino precisamente por ese empleo de un humor descafeinado y cándido que, desde luego, no provocará la carcajada y a veces ni siquiera una sonrisa (como, nostalgias aparte, tampoco lo hacía Monkey Island), pero sí despertará una complicidad con el jugador, tal y como lo hicieron los grandes representantes del género, que se antoja clave para que el juego funcione.

Son los personajes de los que no te hace falta más que una frase para calarlos y de los que no decepcionan en tus predicciones y los diálogos de los que no están para hacer bulto sino para dar información. Lo que menos agrada de Ankh en este aspecto (y que no es nuevo) es la tendencia de algunos diálogos a estar dirigidos al jugador y no al personaje, como si quisieran traspasar la pantalla y hacerte partícipe de sus opiniones (y de las de los autores del juego) cuando lo que se consigue con esto es justo el efecto contrario. Aún así, es un defecto lo suficientemente subjetivo como para no hacer daño a la impresión general que la aventura produce.

Desde luego, lo que no es Ankh es fiel a la Historia como sí lo fueron los Egipto de Cryo (y quizá este fue su problema) y si es que todavía hay alguien que busque en él una visión cómica a la vez que histórica del Antiguo Egipto, va a quedar decepcionado. Es evidente que no es esto lo que querían los desarrolladores y los anacronismos rellenan una historia independiente del escenario que sin embargo, se ve complementada por éste. Avisados quedan los aficionados a la egiptología de que no servirán las críticas en este respecto.

Ya hablando de los puzzles, los de Ankh son simples y lógicos.

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