Introducción

Entre las muchas tradiciones de origen pagano que la humanidad ha asimilado, retorcido y adaptado al correr de los tiempos se cuenta Halloween. Aunque lo más común es disfrazarse, lo que da fe del grado de perversión que ha alcanzado la fiesta de exaltación lunar, el ritual observa unas costumbres particulares, tales como el truco o trato (en esencia, «travesura» o «golosina»).

¿Qué tiene que ver esta pequeña diatriba con Alien Incident? Pues, la verdad, todo: esta aventura parece pura propaganda de Halloween, y no sólo por la apariencia de sus alienígenas, de los que cualquiera diría que son niños embozados en un traje de Casper. Cuando un juego hace aguas prácticamente por todos lados, pero en él reluce un espíritu tan fuerte como el de esa festividad, que es trasfondo de su historia, no queda más que rendirse a la evidencia: los finlandeses de Housemarque quisieron homenajear Halloween mediante una creación en la que el protagonista circula por una nave extraterrestre con una calabaza por cabeza.

Argumento

El reputado científico Alberto Einstone —no es un chiste— ha logrado que su Generador de Agujeros, un invento capaz de mover grandes masas a través del espacio, funcione justo en el peor momento: en mitad de la persecución del Ente Awlox, de la raza Batha, por parte de un Imperio Galáctico. Cuando la nave nodriza del Emperador y su perseguido atraviesan el pliegue espacio- temporal para recalar en el planeta Tierra, justo en los aledaños del jardín de Einstone, se producen una serie de acontecimientos que sólo Ben, su sobrino, puede resolver.

Comentario

Alien Incident es una aventura pretendidamente paródica que emplea un tipo de humor «adolescente» para buscar la carcajada fácil. Las múltiples referencias a Star Wars, Star Trek, Regreso al futuro o Indiana Jones son tan explícitas que no sólo son burdas, sino que producen vergüenza ajena en quien las capta. Así es este juego: un título donde lo complejo o matizable cede su lugar a la facilidad y la falta de profundidad. Se puede ser gracioso con una historia liviana, eso es indudable; el género ha dado espléndidos ejemplos. Ahora, lo que no se puede pretender es poner un humor inexistente al servicio de una trama ligera, por muy determinado que sea el público potencial de Alien Incident, un juego de adolescentes para adolescentes: su trama insustancial, típica del más lamentable cine descerebrado, y los continuos y abusivos guiños que saturan su desarrollo sólo pueden comprenderse desde la óptica de la despreocupación y la ausencia de sentido crítico más absolutas.

Precisamente por ello también puede decirse que Alien Incident es una aventura sin grandes ambiciones. Así lo ponen de manifiesto las conversaciones que mantienen los personajes, o la propia estructura de su diseño, engañosamente lógica de partida pero previsible a más no poder, y carente de chispa, hacia el final.

Sobre los diálogos ha caído la maldición de la pereza. En el mejor de los casos, puede decirse que están mal escritos; en el peor, que han sido tomados por un molesto ornamento cuya finalidad práctica es discutible. Lo malo no es ya que viren bruscamente hacia lo fútil a poco que empiezan a dar muestras de cierta complejidad, ni siquiera que los árboles de diálogo sean herramientas sin más sentido que la de acabar convergiendo en una respuesta estándar: lo terrible es el afán enfermizo, muy apreciable, por introducir uno de esos gags tan bochornosos y sin imaginación que conforman su rasgo distintivo.

Los finlandeses descuidan por el camino otros elementos igual de importantes (si no más): el diseño de puzzles, y de la aventura misma, es el mejor ejemplo de esta negligencia. La propia concepción de Alien Incident es tan sencilla que linda con lo vulgar. Como la aventura carece de desafíos (aquí simples figuras retóricas), se termina en un tiempo aproximado de cinco horas, con pausas incluidas. Este efímero paso por nuestro disco duro acaba siendo una bendición, tal como vienen dadas las cosas: objetos inútiles que llegan a saturar nuestro inventario; ausencia de mapa que una los distintos y alejados puntos (un fallo que se agrava por la nula posibilidad de acelerar el movimiento de Ben mediante el doble clic); pathfinding, el recorrido pautado del protagonista sobre el escenario, mal implementado que lleva a que dé un amago de paso en falso en la dirección opuesta a la ordenada; el soporífero laberinto de turno... El diseño de Alien Incident dista mucho de hacer de él un producto injugable, pero la torpeza de su planificación y varios de sus errores, algunos de puro aficionado, lo lastran sin remisión.

De haber un ejemplo que ilustre esta tragedia, ese sería, sin duda, el laberinto de marras. Su inserción responde a una finalidad tan clara y obvia que mencionarla siquiera es seguir redundando en los tópicos de los que no anda escasa esta reseña. Por de pronto, su presencia no tiene ni justificación ni mucho menos legitimación, porque aparece por ensalmo en el momento más flojo, a nivel de diseño, de cuantos tiene Alien Incident: toda la parte de la cripta es un despropósito que no hay por dónde pillarlo y que, siguiendo cierta lógica, sólo puede culminar en el maldito laberinto. Ahora bien, es justo señalar que, aun siendo deleznable, al menos este obstáculo misérrimo es absurdo de puro lineal, de manera que puede llegar a resolverse insistiendo en una dirección hasta hallar la salida.

Técnicamente tampoco merece mayores digresiones: tanto la estética como el sonido, salpicado de los esperados pitidos, reflejan las modas imperantes en su tiempo. Sin embargo, no deja de ser curioso que el apartado gráfico admita un parecido razonable con el de Bud Tucker in Double Trouble, aunque sólo sea por las dimensiones o el aspecto desaliñado de los personajes. Probablemente esta semejanza defina más certeramente que ninguna otra el cupo gráfico, complementado, además, por unos escenarios insulsísimos.

Conclusión

Alien Incident es una aventura muy básica dirigida a un público sin ningún nivel de exigencia o deseoso, si tal cosa es posible, de pasar un buen rato. Plagado de toda clase de desaciertos que lo vuelven muy poco atractivo, no deja de ser paradójico que su única virtud, la buena traducción realizada por Dementia Traduxiones, sea ajena al desarrollo del juego. Desolador.

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