Algo tiene que tener este invento caótico, pernicioso e impío que es Internet para que cada vez sean más y más las mentes que se prestan a ser alienadas por sus nocivos influjos. Y es que la llamada red de redes ofrece de vez en cuando propuestas interesantes, ocurrentes e incluso beneficiosas para sus usuarios aparte, claro está, de la nunca bien ponderada pornografía.

Cada vez son más las desarrolladoras que se apuntan al carro de la venta directa por medio de la descarga, y las plataformas de videojuegos que fomentan este tipo de comercio han adquirido fuerza entre unos usuarios que poco a poco se van olvidando de las entrañables ataduras materiales del coleccionismo de cajas de cartón. Que esto prospere es algo de lo que nos podemos felicitar, ya que evita gastos innecesarios que repercuten positivamente en el precio que pagamos por el producto final (que a fin de cuentas es el juego, no el DVD ni la caja que lo contiene), pero quienes deberían estar más contentos son los propios desarrolladores, que pueden vender su obra sin el peligroso obstruccionismo de productoras y sin la contraproducente intervención de las distribuidoras. Como es bien sabido, el intermediario es quien más suele ganar del trabajo ajeno, y aunque se supone que es el que también asume los muy elevados riesgos de que una apuesta salga rana, por regla general son ellos mismos los responsables de sus propios debacles.

Internet ofrece al desarrollador que realmente esté interesado en sacar a la venta el producto que él quiere publicar (que se diría que hoy por hoy son los menos) la oportunidad de hacerlo. Sin necesidad de absurdas pugnas con empresarios iluminados, con un contacto constante con sus clientes que son los que a fin de cuentas pagarán, y cuyo pago irá directamente a las arcas de quien crea lo que compran. En el ámbito aventurero que nos corresponde, el ejemplo de TellTale Games es el más significativo. Sus Sam & Max han levantado de la nada una empresa que coge cuerpo a velocidad anabolizante, gracias a una apuesta de calidad. TellTale sigue siendo noticia con sus Strong Bad, que sin tener el mismo calado que los personajes de Steve Purcell, sigue otorgando beneficios a la compañía californiana. Como es de bien nacidos ser agradecidos, y como a los señores de TellTale Games les atrae la publicidad gratuita hasta unos límites que rozan la lujuria, para celebrar Halloween y con la compra de uno de sus episodios de Strong Bad (el tercero saldrá a la venta el próximo lunes día 27) regalarán a través de su página web el episodio de su aclamada segunda temporada de Sam & Max Night of the Raving Dead, que es también uno de los más alabados por nuestro colega Víctor Martínez. Sólo hasta la noche del 31 de octubre.

Por otro lado, seguramente recordaréis como GameTap fue mencionada tangencialmente a los Sam & Max en esta misma página, ya que ofreció a sus usuarios la oportunidad de descargar dichos juegos en primicia antes que el resto de los mortales. GameTap es una de esas plataformas que se mencionaban hace unos párrafos y que de cuando en cuando tienen a bien regalar algún que otro juego durante un tiempo limitado, gesto que no vamos a dejar de ensalzar. Nos hemos enterado vía GamesAjare que podréis descargar, por medio de esta plataforma, Penumbra: Overture gratis total hasta el 5 de noviembre, además de otros tantos juegos que sin duda llamarán la atención de todo aventurero (como por ejemplo Real Myst o Psychonauts, del celebérrimo y a la vez maldito Tim Schafer, al que no se puede llamar aventura gráfica pero que sí es bastante llamativo). Tan sólo es necesario registrarse, instalar el administrador de descargas y bajar el juego que queramos para poder jugar. Una vez descargado, el propio programa nos ofrecerá el listado de los juegos que hayamos adquirido para poder ejecutarlos, procurando soporte de retrocompatibilidad en nuevos sistemas operativos para nuestras adquisiciones más vintage.

Por el momento, GameTap sólo permite suscripciones en Estados Unidos y Canadá, y la localización de los productos que ofrece se limita exclusivamente al inglés; es una lástima porque su catálogo «gold» (el de pago, por así decirlo) abarca propuestas bastante atrayentes para cualquier aficionado al género, y supondría una interesante opción que poder disfrutar en nuestro idioma. Tiempo al tiempo, si hace un par de años veíamos todo esto con recelo y finalmente ha resultado no ser tan terrible sino más bien lo contrario, quizá en un futuro podamos jubilar el trámite de ir a la tienda, donde no sólo pagamos más, sino a quien menos corresponde.

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