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Clásico moderno

Título: The Abbey (2008)

Desarrolladora: Alcachofa Soft

Distribuidora: Friendware

Lanzamiento: 18 de noviembre de 2008

Especificaciones (mínimo recomendado): Procesador a 1,4 GHz | 512 MB de RAM | 3 GB de espacio en disco | Unidad lectora de DVD | Tarjeta gráfica de 64 MB (mínimo GeForce 4 Ti o Radeon 9500) compatible con DirectX 9.0c | Tarjeta de sonido compatible con DirectX 9.0c | Windows XP o Vista

# Publicado el por Tomás Maidagan 25

A esto hay que sumar un acabado cinematográfico muy cuidado. No sólo en lo que respecta a recursos visuales, que como os adelantábamos en su momento en el preview han recibido especial atención (planos picados, movimientos de grúa, alternancia de planos medios, contraplanos y primeros planos en las conversaciones…), sino también en la puesta en escena de los momentos cumbre, por su planteamiento, su desarrollo y su montaje. En estos tiempos donde parece que la intención es convertir el género en una película en la que el jugador interviene por compromiso, es de lo más agradecible recibir una aventura, tan cinematográfica como la que más, que demuestre que lo realmente interesante de la tendencia «cinéfila» en los videojuegos pasa por combinar ambas partes sin que se sacrifiquen la una a la otra.

Claro que hablar de buen guión y de buena puesta en escena en una aventura actual puede generar una cierta inquietud: la experiencia reciente parece demostrar que, hoy en día, las tramas más exquisitas y peliculeras, por alguna razón, suelen traer consigo diseños jugables entre lo malo y lo inadmisible. Congratula comprobar, por lo tanto, cómo The Abbey es una excepción en esta tendencia. No especialmente ostentosa pero excepción al fin y al cabo. El diseño del juego podría definirse como estándar matizable: no hay entramados de enigmas especialmente reseñables ni puzles memorables o desafiantes, y sin embargo funciona satisfactoriamente. Dicho así podría transmitir la sensación de que la mayor virtud de este apartado es, sencillamente, que no molesta ni echa por tierra el resto del juego, que hoy en día ya es mucho. Pero sería injusto limitarse a eso.

Ciertamente, el diseño peca de falta de ambición, esto es, no transmite la sensación de que plantear aunque sea algún puzle que sobresalga mínimamente en el recuerdo del aventurero fuera la mayor de sus prioridades. Tal vez por miedo a romper el delicado equilibrio conseguido entre seriedad y humor, se aprecia en el diseño una tendencia al minimalismo que limita en demasía las posibilidades. No hay nada particularmente destacable, ni para bien ni para mal: no hay puzles de resolución imposible que parecen salidos de mentes perturbadas y cuyos planteamientos insultan al jugador, pero tampoco hay puzles con los que deleitarnos y que recordar con cariño; no hay telarañas caóticas e indescifrables de enigmas capaces de desanimar incluso al más motivado, pero tampoco estructuras gratificantemente rocambolescas que supongan un verdadero reto, y cuyo desenmarañamiento nos genere la satisfacción que caracteriza al género. Y aún con todo, como decimos, el diseño funciona, y funciona bien.

La razón podría ser que, mayor o menor sencillez al margen, se presenta un planteamiento clásico puro. Y puro quiere decir que su clasicismo no se antoja paródico u homenajeador. En las aventuras actuales de corte clásico, como puede ser Ankh, es de lo más frecuente encontrarnos ante un clasicismo con matices humorísticos, un clasicismo que parece empeñado en dejarnos claro que está ahí, como en los viejos tiempos, a través de distintos recursos. Que no es necesariamente malo, ojo. The Abbey, por el contrario, es un título que de haber salido hace quince años no desentonaría en lo más mínimo, pues su clasicismo sencillamente está ahí con la más absoluta de las naturalidades, especialmente después de que en la versión española se eliminara el chirriante rompecabezas de piezas deslizantes o slider.

¿En qué consiste lo del clasicismo? Se trata sin duda de algo relativamente complicado de caracterizar de forma definitoria. Lo primero y más fácil es decir lo que, desde luego, no es: a pesar de lo que parece ser creencia popular, nada tiene que ver con que un juego sea 2D, «de dibujos» o que utilice point & click. The Abbey es una aventura clásica porque ignora impunemente toda la metralla infecta que a lo largo de los últimos años han intentado meternos a presión por el gaznate. No hay rastro ninguno de los rasgos «revolucionarios», en realidad inservibles y aun contraproducentes, que han ido instaurándose contra viento y marea en el género. No es que se burlen de ellos o los dejen en ridículo, tal y como ya se ha dicho que hacen otros títulos, es que es como si jamás hubieran existido. No hay delirios de grandeza en ningún sentido, no aparece esa incomprensible obsesión con sacrificar la calidad de la obra en pos de un supuesto realismo, no hay acertijos insertados con el único fin de tenernos atascados para poder decir que el juego dura tantas horas. The Abbey busca simple y exclusivamente entretener, hacer pasar un buen rato. Y si hay algo que demuestra la historia de nuestro género es que son estas aventuras sinceras, modestas, a priori volcadas exclusivamente en lo básico, las que, paradójicamente, más poso consiguen dejar en su campo y en el jugador.

Así, se mencionaba hace unas líneas que el diseño de la aventura podría calificarse de estándar matizable, y el matiz no por serlo es menos importante: es estándar, sencillote, si se pone al lado de un Monkey Island, un Day of the Tentacle o un Larry 7, o lo que es lo mismo, si se enmarca en el contexto clásico —y brillante— de hace más de una década. Pero si se enmarca en el lugar que le corresponde temporalmente, descubrimos que jugar una aventura actual en la que del simple hecho de abrir un bote atascado se saca un puzle, sea de resolución más o menos fácil, es de una reminiscencia tan infrecuente como deliciosa.

En lo que respecta al apartado gráfico, Alcachofa Soft ha optado por un estilo cartoon (personajes poligonales a los que se les ha aplicado un shader y fondos 2D dibujados a mano) que contrasta con el enfoque más bien serio de la trama, algo que, sorprendentemente, se ha intentado «arreglar» a la descarada en las ediciones extranjeras, incluyendo una portada de corte realista y oscuro. Muchas críticas ha recibido el juego en este sentido, tachándolo de incongruente, pero lo cierto es que semejante punto de vista no deja de ser una variante más o menos suavizada del ya anacrónico topicazo de que los dibujos sólo sirven para hacer chorradas, esto es, que si se emplean para contar una trama no cómico-chorra al menos habría que disimular que son dibujos.

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Nuestra puntuación

Cuatro estrellas y media

The Abbey

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