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Rococó

Título: Salammbô: La batalla por Cartago (2002)

Desarrolladora: Cryo Interactive Entertainment, Druillet

Distribuidora: Virgin Interactive Entertainment

Lanzamiento: 14 de julio de 2003

Especificaciones (mínimo recomendado):

# Publicado el por Paco García 0

Introducción

Desde la segunda mitad de los años ochenta a principios de los noventa el software Europeo se mantenía estoico ante la masificación de las consolas y la imparable llegada de títulos allende los océanos. Era una época en la que se vendían juegos de andar por casa y las cosas, al menos visto desde la actualidad, tenían un halo artesanal. En aquellos momentos no se podía hablar de empresas como las multinacionales que hoy en día copan el mercado, era todo mucho más modesto, más íntimo y desde luego más imaginativo. En Francia precisamente se daba rienda suelta a este tipo de instintos creativos hasta un punto paroxístico que rayaba con lo bizarro. Ahí tenemos cosas como Kult, Captain Blood o MGT que se salían de cualquier estándar preestablecido hasta el momento con conceptos la mar de originales (a la vez que, quizá, demasiado enrevesados). Con este tipo de juegos, empresas como ERE, Exxos, Infogrames o Loriciel sembraban el germen de una industria francesa que más tarde florecería con empresas del calibre de Coktel, Delphine, Silmarils o Microïds que han escrito y siguen escribiendo importantes páginas dentro del mundo del videojuego. Precisamente de dos de las partes más sustanciosas de aquella semilla (ERE y Exxos) nacía en 1990 Cryo Studios, presentándose al mercado internacional con una producción que adaptaba con la inventiva marca de la casa uno de los mayores best sellers de ciencia ficción de la segunda mitad de siglo XX, cuando no de la historia, Dune de Frank Herbert, un juego que es aún hoy está en el corazoncito de más de uno y de dos nostálgicos.

Después llegó la muy destacable K.G.B, Commader Blood, Lost Eden y algunos otros juegos que no vienen al caso. La cosa es que en el ’97 Cryo se salió del gráfico de nuevo con Versailles 1685, que gozaba, para su época, de una adelantadísimo motor que inició el boom de las aventuras subjetivas, una moda que a día de hoy, 6 años después, aún no se podría dar por acabada. El hecho es que Versalles, a pesar de no ser una aventura especialmente buena (ni siquiera especialmente mediocre), tenía una factura técnica impecable, con unos gráficos que daban una credibilidad casi fotográfica a la imagen sintética con la que los franceses habían tonteado bastante en anteriores creaciones. Cryo se fue haciendo más grande y con la revolución OMNI3D se dejó atrás una gran parte de aquella deliciosa extravagancia que antaño bañaba sus juegos. Las interminables e impopulares sagas históricas hicieron mella en un audiencia que pedía juegos originales, y paso en un tiempo record de ser el ojito derecho de Europa a una compañía maldita. Esto se unió a experimentos bastante caros que funcionaron calamitosamente con lo que finalmente y tras una vertiginosa caída, la compañía gala dio con sus huesos en la bancarrota.

Cryo es recordada con bastante desprecio por los aventureros de hoy y no en vano hay bastantes producciones que no llegan ni al más bajo de los regulares, pero también es verdad que en su catalogo hay algunas piezas bien rescatables. Con todo, la compañía también se convirtió en punto de partida para otras tantas que han dado buenas muestras de valía. Antes de terminar con su periplo en el mundillo empresarial la rebautizada Cryo Interactive dejó por terminar unos cuantos juegos, entre ellos, dos basados en importantes licencias del cómic francés: Thorgal, (cuya reseña también tenemos disponible, escrita por un servidor además) y Salammbô, basado en el cómic del conocido dibujante francés Phillipe Druillet inspirado a su vez en la novela del no menos francés Gustave Flaubert. ¿es digno este legado para una compañía con tanto buqué? Veremos...

Argumento

La suerte de Spendius, el superviviente, ha visto días más luminosos. A pesar de su audacia e inteligencia, el pobre, desde que fue capturado por los cartagineses, es fustigado día tras día por el hambre y el cansancio, y por el eléctrico tacto del látigo de los negreros. Ajeno a lo que ocurre fuera de la mazmorra, Spendius no ceja en su empeño de buscar una salida a tan paupérrima situación.

Afuera las tropas de Cartago vuelven derrotadas después de la primera Guerra Púnica contra el todopoderoso Imperio Romano. Al llegar a la ciudad Mârtho, el jefe de los mercenarios, queda encandilado por la insigne belleza de la suma sacerdotisa del templo de Tanith, Salammbô, hija del senador y general cartaginés Hamilcar. Los soldados de Mârtho y sus demás compadres subarrendarios, quedan acampados fuera de las murallas de la ciudad a la espera de recibir su paga.

Entre tanto Spendius es arrojado a un pudritorio ya que está visto que sus facultadas para los trabajos de esclavo dejan bastante que desear. Es ahí donde aprovecha la oportunidad para escurrirse de tan funesto destino. Pero en su huida Spendius es descubierto por la hermosa Salammbô, que le ofrece un medio de escape de la ciudad a cambio de que entregue a Mârtho una estatuilla en señal del correspondido amor de la doncella. Spendius no tiene elección, si se queda, pronto será descubierto y crucificado así que acepta la propuesta de Salammbô y sale a las afueras de la ciudad, escondido en un saco en la diligencia de Hannon, el tesorero cartaginés que se dirige al campamento mercenario donde tendrá lugar el cobro de las retribuciones por los servicios prestados. Spendius logra salir de la boca del lobo y hace entrega de la figura al apuesto Mârtho. Este le recompensa con la ayuda de Autharite, el cabecilla de los mercenarios galos, que le quita los grilletes. Pero su libertad sigue estando comprometida y el camino de su escapatoria pasa por tierras demasiado peligrosas. Parece que la única salida pasa por desafiar el poder de Cartago algo descabellado que Spendius está dispuesto a intentar...

Comentario

Quien le iba a decir al literato francés Gustave Flaubert cuando viajó a Túnez para empaparse en la cultura cartaginesa y plasmar con fidelidad la que fuera potencia mediterránea de la Antigüedad, que siglo y medio después, otro francés ignoraría toda su labor de documentación para su novela Salammbô, y crearía basándose en ella un ambiente cuasifuturista donde escenificaría una historia de tinturas fantásticas que poco más que la más esencial de las bases, tenía que ver con la ‘roman cartaginois’ que el autor de Madame Bovary había ideado. Ese galo hereje no fue otro que Philippe Druillet, y gracias a esa adaptación al cómic de la obra de su compatriota amén de otras cosas como la saga Lone Sloane o la antológica revista Metal Hurlant, el polifacético artista es hoy considerado uno de las referencias primordiales al hablar del cómic europeo. Druillet fue una de los pioneros a la hora de descubrir las posibilidades que ofrece el ámbito multimedia para el arte y su nombre seguramente será familiar por sus participaciones en el díptico Ring de Arxel Tribe. Junto a él otros artistas se han volcado o están volcándose en el desarrollo de producciones por el estilo, como es el caso del famoso Moebius (Pilgrim) o Benoît Sokal (Amerzone, Syberia 1 y 2).

Druillet ha dado pie con su concepto a la riquísima imaginería del juego y es este uno de los más importantes atractivos de este. Salammbô indudablemente, es toda una obra de arte, un prodigio de la infografía. Nos encontramos con unos escenarios de un barroco auténticamente apabullante con tanto detalle, con tanto adorno, que a veces es difícil discernir donde acaba el suelo y empieza la pared.

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Review de Salammbô: La batalla por Cartago
Imagen de Salammbô: La batalla por Cartago
Imagen de Salammbô: La batalla por Cartago
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Imagen de Salammbô: La batalla por Cartago
Carátula de Salammbô: La batalla por Cartago

Nuestra puntuación

Tres estrellas y media

Salammbô: La batalla por Cartago

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