Reprobable
Título: Reprobates (2007)
Desarrolladora: Future Games
Distribuidora: Friendware
Lanzamiento: 10 de Diciembre de 2007
Especificaciones (mínimo recomendado): Procesador a 1'5 GHz | 768 MB de RAM | 2 GB de espacio en disco | Tarjeta gráfica compatible con shader model 2.0 y DirectX 9 | Tarjeta de sonido compatible con DirectX 9 | Lector de DVD-ROM | Windows 2000, XP o Vista
# Publicado el por Paco García
O el de la chiquilla oriental, que no tiene una sóla línea de texto y cuya presencia no sirve prácticamente de nada, más que para hablarla sin obtener respuesta y así poder continuar.
Y es que el trazado rígidamente lineal del juego nos obliga a agotar los tópicos de conversación con los personajes, sirvan para algo o sean chorradas. Como mucho habrá tres o cuatro opciones que agotar por personaje y por día, pero sigue siendo inexcusable que en primer lugar sea una imposición que atente contra la relativa libertad de acción que debería ofrecer una aventura gráfica y en segundo lugar que nos haga perder tiempo, lo cual parece que ha sido el verdadero anhelo de Future Games al diseñar y escribir Reprobates.
Todo el elenco de personajes se mueve aleatoriamente por el mapeado de la isla cuando realizamos acciones determinadas, estén dichas acciones relacionadas con ellos o no lo estén. Esto nos obliga a estar permanentemente a la busca y captura de quien necesitemos para preguntar o pedir algo preciso. La isla no tiene una gran extensión, y los escenarios son casi siempre los mismos, el problema es que aparte de que el personaje reacciona al aclamado doble clic con cierta pachorra, la posición de las cámaras cambia cada vez que se desarrolla un día en el juego, lo cual nos desorientará a buen seguro ya que la geografía de la isla nos parecerá diferente cada vez: si en el primer día, para ir a la barraca número nueve teníamos que ir a la derecha, en el día dos, gracias a este sinsentido de peraltes y requiebros visuales, tendremos que ir para abajo, lo cual nos hará difícil la tarea de hacernos una idea definida de dónde está el resto de los personajes, que tanto gustan de moverse para seguir haciendo nada.
Cualquiera en su sano juicio se puede dar cuenta de que el ritmo óptimo del juego se verá muy perjudicado partiendo de estas poco inteligentes disposiciones. Pero parece que no contentos con ello, la gente de Future Games se ha esmerado para que el resto de los elementos trascendentes del juego tampoco ayuden a paliar el tedio y el desinterés. El patrón de puzzles es tan poco variado que a veces se diría que es inexistente. Reprobates se desarrolla en dos tangentes bien diferenciadas que van alternándose: por un lado la investigación de lo que ocurre en la isla, porqué estamos ahí y cómo salir de ahí, todo lo que podríamos definir como leit-motiv; luego están las pesadillas que tendremos que sufrir cada vez que el campanario repique y caigamos dormidos.
Mientras que nos movamos por la isla, la línea de acción se limitará a la interacción con el elenco de personajes, que por regla general se ceñirá a la conversación y a la posterior exhortación: «Creo que debes hablar con el Hans porque ha encontrado un manuscrito», «Yokiko tiene algo que te puede ser de ayuda», «Dale a Dorothy esto y te ayudaré en lo que me pides», etcétera, etcétera. Acabaremos con complejo de recaderos de un plantel de ociosos pardos que se muestran bastante indolentes ante una situación que cualquier ser humano encontraría cuanto menos curiosa. La antipatía de la mayoría de los personajes es otra de las lacras con la que deberemos lidiar, y aquellos pocos que nos encontremos que estén dispuestos a echar un cable, simplemente nos harán el trabajo sucio, lo cual tampoco supone un gran reto.
Los puzzles de inventario son el síntoma inequívoco de la anemia creativa de los diseñadores del juego, ya que en la parte «real» del mismo nuestro repertorio de objetos se restringirá a piedras y palos que tendremos que ir recolectando cada día, pues cuando nos despertamos siempre nos encontramos los bolsillos vacíos, bregando con un recalcitrante pixel-hunting, ya que aunque se pueden encontrar por muchos lugares, sólo podremos saber dónde le da la gana cogerlos al personaje gracias al indicador de texto del puntero, y realizando las mismas acciones una y otra vez ya que si nos fabricamos un utensilio, pongamos una palanca, debido a la filosofía de «usar y tirar» de Reprobates, tendremos que a volver a fabricarlo en cada caso necesario, con la consecuente reincidencia e insistencia en esos mismos errores, y la sensación de estar despilfarrando el tiempo en caprichos absurdos.
Por otro lado, las vívidas pesadillas harán honor a su nombre. Y es que aunque al menos los enigmas que se nos plantean son bastante más variados, que no especialmente imaginativos, el aliño de una serie de incomprensibles pruebas que podríamos calificar como «de habilidad» acabará por destrozar el aceptable ritmo que podían haber adquirido estas partes. No es que sea necesaria una destreza sobrehumana para superarlas, es que simplemente no tienen absolutamente nada que ver con el contexto, son una total incoherencia mal embutida que desvirtúa lo poco medianamente decente de este insalvable Reprobates, que por si fuera poco también puede presumir del dudoso honor de caer en otros tantos errores de libro, ya sobradamente advertidos en otras tantas aventuras y universalmente repugnados, como son los «callejones sin salida», donde un objeto que nos dejamos en una parte que pasa a ser inaccesible es vital para poder continuar, o los puzzles contrarreloj, por cuadruplicado en la segunda pesadilla, donde deberemos priorizar cuál de los cuatro retos que nos proponen corre más prisa para evitar que alguien salga perjudicado.
Por otro lado, un rico elemento como es el onírico, que se presta a tantos y tantos excesos imaginativos, no encuentra en Reprobates un exponente que se salga de lo tópico, tanto en lo plástico como en lo narrativo. Teniendo presente el nutrido montón de truculentos y crudos relatos secundarios que la aventura nos presenta desde el principio, hubiera sido deseable que se hubiesen empleado, por ejemplo, en estas partes tan proclives a ello.
Pero como en otros tantos aspectos, Reprobates se mantiene irredento. Ni tan siquiera en su conclusión consigue redimirse de su imparable sucesión de fiascos y desilusiones, empleando un intento de revulsivo para saldar toda la maraña de acontecimientos en los que se cimienta, que aparece súbitamente y que pretende atar todos los cabos con un deus ex machina en forma de diario de diez páginas que no satisface horas de padecimiento y que no recompensa la fidelidad y paciencia del aventurero más que con una explicación barata, poco meditada, sin trascendencia ni mensaje y, en definitiva, digna de una serie B.
Conclusión
Reprobates es la clara demostración de cómo en el complejo medio narrativo que es la aventura gráfica no basta simplemente con una buena idea, sino que es también necesario saber desarrollarla con tiento y manteniendo un equilibrado pulso a la hora de contarla. Este juego de Future Games no puede sostener el peso de su propia ambición y lo que podía haber sido un juego de personajes, con múltiples capas e imaginativos enigmas que destapar, ha terminado siendo algo tan inconexo que muchas veces parece que se ha trabajado sin una hoja de diseño delante, que ha sido improvisado y que se ha escrito inconsistentemente, sin importar el sentido del ritmo y sin esbozarse con cuidado el papel que sus elementos desempeñan dentro del aspecto jugable.
Cuando un desarrollador se pone a hacer algo así es difícil que no caiga en la cuenta de que se está errando, con lo que uno se inclina a pensar que Future Games ha desarrollado un producto pensado para durar más instalado en nuestros discos duros que en nuestra memoria, que se han esforzado sólo para consumar unas promesas señuelo sin importarles que sus jugadores se aburran, se cansen o, lo que es muchísimo peor, malgasten su dinero y su irrecuperable tiempo. Tal falta de respeto para con el público, tal agravio a sus capacidades perceptivas y a su alcance mental, es, fuera de toda apreciación subjetiva, un gesto altamente reprobable.
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