Los últimos días han venido acompañados del par de salidas que podéis leer en el titular, las de la última aventura de City Interactive, Chronicles of Mystery, y la versión para Wii de la primera temporada de Sam & Max. La primera ya ha podido verse en las tiendas a lo largo de la semana pasada, mientras que la segunda fue oficialmente lanzada el jueves pasado, de manera que habréis de esperar a que los comercios la muevan del almacén a los expositores, supuestamente para la semana que da comienzo mañana. Además, también podéis encontrar en las tiendas El Profesor Layton y la villa misteriosa, al que hemos dado cobertura pese a que se trate de un juego de acertijos y pasatiempos metidos con calzador en una historia medianamente solvente, más que una aventura gráfica propiamente dicha.

Excepto alguna sorpresa de última hora o quizá Everlight si JoWooD se decide a ponerlo ya en el mercado, poco más aparecerá en el género de aquí a que acabe el 2008, pero no ha sido éste un mal año en cuanto a proliferación, si bien pocas de las muchas aventuras que se han lanzado se salvan de la quema. Por muy habituados que estemos, la incompetencia generalizada de los estudios de desarrollo dedicados al género, la presión de sus editoras que, como dijeron en Perfect del maestro Pratchett, «ejercen demasiadas interferencias» y limitan su libertad creativa, unido a la poca exigencia de una comunidad aventurera que parece estar contenta con cualquier cosa, abocan al género a más de lo mismo en un futuro próximo.

Así las cosas, y a falta de las reseñas de los títulos más recientes, esperemos que gente como Hal Barwood y Noah Falstein con su Mata Hari o Jane Jensen con su Gray Matter hagan las cosas con un mínimo de mimo, porque si ni ellos destacan entre la mediocridad que impera en el género prácticamente desde su jubilación forzosa (con puntuales excepciones), los únicos que prevalecerán como auténtico estandarte moderno de la aventura gráfica serán los californianos de TellTale Games. Y está muy bien, pero nos resistimos a pensar que el mayor exponente de la narración en el mundo del videojuego cuente sólo con el apoyo de una empresa de devotos, muestra evidente de que a los videojuegos como conjunto les queda mucho por recorrer para ser considerados arte.

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